
“Cayendo en el oro: Mi carta de amor a Klimt”
Compartir
Hay artistas que admiramos.
Y luego están los artistas que viven en nuestra piel, que respiran a través de nuestro pincel, que susurran cuando soñamos.
Para mí ese artista es Gustav Klimt y también, sin duda, Frida Kahlo.
A veces me pregunto: ¿está bien que te guste tanto el estilo de otra persona que se filtre en tu propia obra? Y siempre vuelvo a la misma respuesta: sí. De hecho, no solo está bien, es necesario. Porque el arte no se crea de forma aislada. Se construye a partir de sentimientos, recuerdos, admiración y de los artistas que nos conmovieron profundamente.
Amo a Klimt. Y amo a Frida tanto como a mí. Son tan diferentes, pero conviven en mí. Klimt, con sus auras doradas y sus sensuales figuras, me recuerda que la belleza puede ser poderosa. Que la dulzura puede tener fuerza. Que el amor, bien pintado, puede parecer una plegaria.
Y Frida me recuerda que no debo apartar la mirada. Del dolor. De la verdad. De mí misma. Su obra no pide permiso. Simplemente es. Y de alguna manera, eso me da permiso para ser cruda, para ser imperfecta, para ser real.
A veces oigo decir: «No sigas un estilo. Sé original». Pero... ¿y si seguir un estilo es mi forma de ser original? ¿Y si dejarme influenciar es como encuentro mi voz?
Sigo estilos, sí. Los estudio, los amo y dejo que me enseñen. Pero al mismo tiempo, creo algo completamente mío. Mi obra transmite mi historia, mi energía, mis manos, mi corazón. No quiero copiar a Klimt ni a Frida. Quiero dialogar con ellos a través de mi lienzo. Quiero responderles con mi pincel, mis colores, mis sentimientos.
Una de las obras que me ha acompañado durante años es El beso de Klimt. Así que hice mi propia versión. No una réplica, sino una especie de carta de amor a él y a cómo me hace sentir esa pintura. En mi versión, abrí más el fondo. Dejé que las figuras respiraran. La hice un poco más tranquila, pero con mayor intensidad emocional. Quizás incluso un poco más... yo.
Cuando pinto, no intento impresionar. Intento conectar. Y si estás leyendo esto, quizá tú también lo hayas sentido. Quizás al ver mi obra, sientas algo familiar. No porque nos hayamos conocido... sino porque has sentido lo mismo que yo.
Supongo que eso es el arte para mí. No se trata de ser nuevo. Se trata de ser honesto. Se trata de dejar que todo lo que he visto y amado fluya a través de mí. Oro como Klimt. Espinas como Frida. Y todo lo demás, como yo, como Lucía.
Gracias por estar aquí. Por leer esto. Por mirar. Si esto te dice algo, cuéntame: ¿con qué artistas hablas cuando pintas, escribes o vives? Me encantaría saberlo.
Lucía
de Deluzia Atelier